martes, 12 de octubre de 2010

La historia de tiempos pasados que nunca pasaron

Me encuentro delante del teclado, extrañando lo romántico de la pluma y los dedos manchados de tinta, dispuesto a contarle la historia de tiempos pasados que nunca pasaron, de esos recuerdos inexistentes que se encuentran tan presentes, recuerdos que nos siguen robando el aliento, provocando que tiriten nuestros dientes, consumiendo nuestras mentes, que luchan con pesar por no ser enterrados en la arena.


La crónica que vengo a hacerles es de una guerra jamás luchada, por falta de valientes, indispuestos a decir lo que sentían, a desnudar su corazón, para cobijarlo con el amor de aquella chica, que no recuerdo su nombre, y su rostro se ha vuelto cada vez más opaco en los cajones de la nostalgia, cerrados con candados, para evitar que salgan, y destrocen la habitación en la que se encuentran.


Una vez más, soy uno de esos soldados, completamente desarmado, en medio del campo, que se ha atrevido a atacar, con la dulzura de palabras que nadie llega a escuchar, donde me ahogo a gritos, para evitar decir lo que en verdad quiero decir, o tal vez he dicho todo lo que puedo decir, pero parece que nadie está ahí para escuchar. Y una vez más, las musas se niegan a aparecer, celosas de que haya elegido sólo a una, que me inspira para escribir las letras más bellas, pero me condena a que sólo sean para ella, al igual que el propósito de mi respirar, una condena que deseo jamás llegue a su final, atrapado con cadenas que ella ni siquiera saben que existen y yo no me deseo quitar.


Volviendo a la historia que quiero contarles, no tiene nada de original, hay un chico y una chica, el chico quiere a la chica, pero nunca se atreve a decírselo, el chico sigue adelante y cada que vez que la encuentra se pregunta que habría sido si la locura hubiera sido suficiente para arriesgarse, sólo cerrar los ojos y saltar al vacío, sin saber si algún día tocará fondo.


La solución: el exilio, una pena autoimpuesta que te lleva a ningún lugar, donde te das cuenta que al final ella ni tu ausencia ha notado, pero tu la tienes tan presente, y cualquier destello de nostalgia te invade, tomando tu mente y corazón, nublando la vista, y transportándote de nuevo a su espalda, donde voltea de reojo, esboza una sonrisa, y te sientes tan insignificante.


Y cómo seguir contando una historia de la que no conozco el final, que se ha quedado atascada en un delicioso ciclo, que se torna en ciclón, dejándo al tipo atrapado en el centro, donde ve pasar con tanta velocidad las cosas que nunca serán, donde lo sofoca la nostalgia inventada, y pierde hasta la razón.


Y cuando recobra la conciencia vuelve a la misma habitación, recargado en el teclado de su computadora, con el reflejo de la pantalla mirándolo con la estúpida expresión de su propio rostro reflejada, que denota que está consciente de lo complicado que es escribir y olvidar la historia de los tiempos pasados que nunca pasaron.

sábado, 7 de agosto de 2010

Los románticos lo llamamos...

Una vez más me encuentro en el abismo que los románticos llaman soledad, perdido cual Dante en el Infierno, pero sin un Virgilio que me indique el camino, sin monedas para Caronte, y completamente dispuesto a regresar, cuando la oscuridad de tus ojos llena de luz el sendero, dándome aliento, mostrándome un lugar al cual volver, al cual llamar patria, llamar hogar.

Me sacas de las tinieblas, para mostrarme la desesperación de jugar ese juego tonto de escondites, acompañado por las persecuciones de mi motor herido, protagonizando persecuciones tan lentas y a la vez tan estrepitosas, ese juego donde no puede haber un sólo ganador, pero en la mayoría de las veces un sólo perdedor, que se juega individualmente para ganar en equipo, ese juego que los románticos llaman amor.

Cansado de llamar a gritos silenciosos, para sólo escuchar un tono de ocupado, pues algún idiota ha llamado antes, y por oportunidad, más no por méritos me ha ganado, ahogándome de celos, en un mar que jamás he navegado, soñando cada noche con recuperar esos labios que jamás he besado, sueños que se tornan en pesadillas, al saber lo que podría ser y no dejas que exista, sueños que los románticos llaman ilusión.

Lo glorioso del juego es que te puedes sentir cansado, harto, defraudado, pero pocas veces derrotado, por lo que decido seguir jugando, a mi modo, construyendo una estrategia, entrando de manera discreta, cuál Odiseo cobijado por la noche troyana, igual construyo un caballo revestido de amistad, para cuando menos te lo esperes haya logrado invadir tu corazón.

Irónicamente un pueblo vencido como mi alma estaría tratando de conquistar a su conquistador, con la fuerza de un fuego abrasador, que imita a la luna que refleja la intensidad de la luz solar, reflejando mis sentimientos en tu alma, con la fuerza que los románticos llaman pasión.

Embate tras embate, cada que una mirada cómplice me dice que he logrado penetrar una muralla, me mencionas al idiota aquel, mandándome con la rapidez del rayo a mi insólita realidad, donde esbozo una mueca disfrazada de sonrisa, que debería reflejar mi inminente tristeza, sonrisa que hago hasta lo imposible para mantener, sin importar lo violento que sople el viento, con la sequedad del desierto, finjo estar en una soleada playa, mientras me agobia un extraño sentimiento mezcla de nostalgia, desesperación, rabia, agonía, sentimiento que los románticos llaman dolor.

Tengo el armario lleno de regalos que nunca me atreví a comprarte, bobas canciones cursis completamente memorizadas para cantarte, un jardín con flores robadas para adornarte, e inclusive música inaudible que me acompaña al sentir la sensación de bailar que provocas de sólo pensarte. En mi rostro cruza un destello con una sonrisa maniática que anhela que tal vez algún día mis trazos logren dibujar en tí el mismo sentimiento que tengo tatuado en mi interior.

Estúpidamente creí que se trataba de una carrera, cuando es más bien una prueba de supervivencia, donde inicias herido, pero optimista, sin brújula ni provisiones, sin saber a dónde ir, si avanzar o retroceder, donde cada carcajada que provoco en tí me dice que voy por buen camino, pero todo lo demás se burla de mí dejándome completamente confundido.

No hay origen ni destino, simplemente inicio en medio de la nada, en una discreta balsa, sin saber cómo llegué ahí, aferrándome ciegamente a los remos para mantenerme a flote, escuchando a lo lejos las carcajadas maliciosas de Poseidón obsesionado por hundirme, mientras lucho torpemente dentro de la tormenta, que sé que terminará venciéndome. Cuando el dios de los mares me mira complacido por haberme convertido en un náufrago, le escupo en la cara, y sigo mi camino a nado, pues qúién es él para indicarme que todo está perdido.

Al final, creía no tener un guía como Dante. ¡Qué equivocado estaba! Pues una Beatriz de cabello negro y distinto nombre, me ha salvado de la soledad, me ha enseñado a jugar el amor, a luchar con pasión y al final como todas las lecciones importantes guiado por una dosis de justificado dolor, me ha mostrado un edén, pero también me ha dicho que ya está ocupado, inocentemente me muestra que soy un desterrado, pero soy feliz con sólo observar por una rendija lo que me está esperando, pasando noche y día maquilando estúpidos planes que seguramente no me llevarán a ningún lado. Fascinante paleta de emociones, sentimientos, ideas que ni los pintores, ni los científicos, ni los tipos locos y románticos como yo tenemos la más remota idea de cómo llamar.

viernes, 25 de junio de 2010

Historia de juguetes

Woody y Buzz, dos nombres que pasarán a la historia del cine, y la conciencia colectiva de la humanidad, dos personajes entrañables a los que todos estimamos, que nos han hecho reir e inclusive a algunos nos han hecho llorar, dos personajes tan distintos, un vaquero alto, y un bajito astronauta. Curiosamente ambos representan ese espíritu de conquista norteameticano, aquel sentido exploraror, llegar a donde nadie ha llegado, al infinito y más allá.
El cuarto de Andy es el sueño de todo niño de mi edad, bueno, de toda persona de mi edad, pues ya no soy un niño que digamos, sin embargo, cuando descubrimos por primera vez este lugar lleno de magia, era un niño, y al igual que Andy, imaginaba mil y un aventuras, acompañado por seres de plástico, que podían representar personajes tan variados, como superhéroes, soldados, personajes de películas, entre otros, donde era tan fácil que el bueno le ganara al malo, donde el bien siempre triunfaba, donde todo tenía solución.
A su vez, cuando Woody y compañía regresaron en la segunda película, igual que Andy, seguía teniendo algunas aventuras con estos seres fantásticos, pero las aventuras ya no eran tan continuas, mis amigos de plástico cada vez pasaban más tiempo en un baúl, guardados, y cada vez vencer al malo era más complicado.
Andy se retrasó un par de años comparado conmigo, pues mientras él apenas marcha a la universidad, yo ya estoy a la mitad de la carrera, pero aún me identifico con él, aún recuerdo el día que mi madre me abrazó cuando iba a entrar en la universidad, yo no me marché de casa, pero aún así sabes que las cosas ya no serán igual, definitivamente has dejado de ser un niño y debes empezar a ser responsable de tus actos.
Soy uno de los tantos que se identifican con Andy, pero cuántos niños no tendrán ese privilegio, cuántos han dejado de usar su imaginación como herramienta principal, para pasar a un pasividad creativa, utilizando personajes creados por alguien más limitados a los movimientos que algun programador consideró suficientes, con una historia que en algunos casos ni siquiera es adecuada para los niños.
Admito que también me gustan los videojuegos, y que no son mala idea, pero cuántos de los que jugamos a la antigua no reconocemos que cada día era una aventura distinta, y para exponer este caso recuerdo dos ocasiones en las que jugar fue realmente mágico.
En la primera un primo y yo vaciamos el bote que tenía de juguetes, absolutamente todos, y empezamos a escoger uno por uno, hasta los que estaban rotos. Una vez con los juguetes distribuidos cada quién armó una base, y colocó sus tropas, e inició la guerra. Dicho así parecerá algo negativo, jugar a la guerra, pero sólo era un juego y nadie saldría lastimado, creánme fue divertido, pasamos horas, un ejército tratando de vencer al otro, un juego donde las reglas eran implícitas y donde uno aceptaba cuando una de tus figuras perdía, donde se aprendía a perder y a ganar, donde la imaginación ayudaba con la estrategia, donde valientes soldados empezaban a realizar hazañas, donde mil y un historias, y donde inclusive hubo varias batallas, donde no se necesitaba nada más que la imaginación.
La segunda ocasión que recuerdo con igual cariño, igual utilizamos todos mis juguetes, los regamos por toda la casa, una casa de tres pisos (es del abuelo). Seleccionamos unos cuantos, los principales, el objetivo, recorrer toda la casa, fue un viaje fantástico, lleno de acción y aventura, compañerismo y valor, tal vez no sea el que tenga la mejor imaginación y si alguien más lo hubiera visto le podría haber parecido aburrido, pero para mí fue una gran historia, una que ninguna película pueda llegar a igualar.
Estos momentos fueron únicos y si me atrevo a compartirlos con ustedes es para aclarar un punto, y es que son sólo míos, son tesoros que nadie más podrá tener. Muchos compartirán el haber salvado a la princesa guiando a Mario, o evitar una catástrofe nuclear con Snake, y podrán haberlo logrado infinidad de veces, pero cuántos, tendrán momentos únicos como los que les acabo de contar.
Desgraciadamente esta magia tan original se está perdiendo, los niños ya no juegan como antes, la creatividad se está extinguiendo, cada vez las individualidades se pierden, antes hacer entrar el balón en la portería era lo más importante, ahora les preocupa más traer los zapatos del jugador famoso.
Cuando empecé a escribir esto, mi idea era criticar como han cambiado las cosas, causando que los juegos sean monótonos, donde esa chispa, esa espontaneidad se pierde, sin embargo, al recordar esos momentos tan agradables, donde podías ser feliz con una simplicidad sin igual, donde la precupaciones no exisitían, donde no se necesitaban penalizaciones para cumplir las reglas, donde en realidad valorábamos lo importante, me he quedado sin ganas de quejarme.
La sencilla razón es que no todo está perdido, aún hay niños que aprovechan ese don fantástico llamado imaginación, representando batallas entre Hombres Araña de plástico, ganando carreras impresionantes con sencillos carritos, lanzándose sin miedo a detener un balonazo para evitar el gol contrario, definitivamente aún no está todo perdido.
Por eso, cuando vayan al cine y algún niño le pregunte a su padre, no se enojen, recuerden cuando ustedes tampoco llegaron a entender la trama, cuando escuchen una risotada infantil, no se molesten, al contrario rían ustedes también, no se vuelvan asesinos de la persona más importante, su niño interno, disfruten cada momento, véanle el lado bueno a las cosas, sorpréndanse, compartan.
Soy un fiel creyente de que las cosas valen la pena, todos llegamos a ser niños, y probablemente no todos tuvimos una infancia sencilla, pero por qué no esforzornos en que los que aún son niños si tengan la fortuna de vivir felices. Les aseguro que la mayoría de las personas que son amables, que luchan por que este sea un mundo mejor, fueron niños llenos de amor y de esperanza, y más importante aún siguen siendo niños que saben lo importante que es soltar una carcajada, decir la verdad y expresar lo que sienten.
Espero algún día ser padre, y jugar con mis hijos, crear mundos de fantasía con ellos y que ellos compartan los que han creado conmigo.
Espero no aburrirlos con esta cursilería, pero sólo me queda decir, gracias Woody, leal vaquero y valiente comisario, por recordarnos lo importante de la amistad, y lo importancia de jugar, de ser niños, de disfrutar, espero que junto con Buzz, le enseñes a muchos niños lo bello de jugar, de imaginar y nos recuerdes a tantos que ya no somos niños, lo bello que aún puede seguir siendo.

sábado, 24 de abril de 2010

Habitación

Encerrado entre las cuatro paredes de mi habitación con la ventana y las puestras abiertas dejando pasar una tímida luz que contrasta con las sombras de duda que envuelven mi porvenir.
Aquellas cuatro paredes desnudas, envueltas de cuadros que recuerdo que nunca compré, donde se muestran con toscos trazos sucesos que no volverán a ser.
Y siento un pequeño destello que reclama mi atención, provocado por un viejo espejo, desde donde me mira alguien que creo no ser yo. Es mi figura triste y demacrada que se esfuerza en mantener una sonrisa cansada en la que interpreto un "lo siento viejo, debes hacerlo mejor".
En el rincón aquel héroe de juguete roto que me recuerda lo fácil que antes era todo, donde distinguir al villano, era tan sencillo como equivocarse suele ser, donde enamorarse no era algo que temer, cuando lo más complicado era acabar pronto la tarea que dejaba aquella maestra gorda a la que nunca soporté.
Junta al héroe de plástico, un balón desinflado, que me observa reclamando, el haberlo abandonado, por aquellas tardes de verano, cuando caminaba de la mano, de aquella chica de la que ayer me enamoré.
En la mesa de noche, un libro que no he terminado de leer, es el que me ha acompañado las noches que llevo contando desde que no la volví a ver. Uno de esos libros enredados donde el protagonista es un tipo que no deja de beber, y a pesar de lo idiota que puede resultar ser, siempre encuentra la forma de volver con su amada, cuando yo a pesar de mis esfuerzos a la mía no pude retener.
Esa tonta novela que a la vida quiere representar, no logra atrapar la escencia que se asemeja más a una tempestad, donde el bueno y el malo de cada historia suelen ser la misma persona, donde las buenas malvadas, consiguen lo que quieren, donde las buenas sumisas no existen, donde no hay hadas madrinas que resuelvan la vida, donde en cada página se encuentra una nueva intriga.
Junto al libro, las lucecillas de aquel reloj digital se han quedado detenidas en aquella hora en que la dejé partir, como recordatorio de aquel corazón que alguna vez tuve y ahora ha dejado de latir.
Las manecillas del reloj sobre el escritorio de mi habitación ha decidido recordarme el instante exacto en que la conocí, como si se hubiera puesto de acuerdo con su simil digital para dejarme encerrado en ese periodo donde tan feliz fuí.
En el escritorio se riegan papeles como hojas en días de otoño, donde distingo garabatos que sólo yo puedo interpretar, donde en una misma hoja se confunden fórmulas complejas que tratan de explicar mi situación, a lado de nonatos poemas inspirados por el sentimiento que albergo hasta el día de hoy, aquel sentimiento que por lo visto en ella ya desapareció.
Mi computadora indiferente oscila entre las voces de José Alfredo, Chente, José José, Sabina, los hermanos de Estopa y alguno que otro Rock and Roll, e inclusive la legión de lengua extranjera, haciéndo honores a la reina de Inglaterra, pone notas a mi dolor.
Cuando mi reflejo en el ordenador vuelve a esbozar aquella sonrisa siento un impulso incontrolable, que se convierte en carcajada, causada por la ironía, por aquella broma consumada que mi mente adolorida se negaba a comprender.
Caigo rendido en la cama, agotado por el esfuerzo, de llorar por estar riendo, de reir al estar llorando, completamente decidido a recuperar las horas de sueño que su sombra me ha robado, pues aunque este amor no ha desaparecido, con las cicatrices debo seguir avanzando, pues quién soy yo para al destino quitarle este bobo payaso, que no tardará muchas lunas en regresar con otro inverosímil acto.

viernes, 15 de enero de 2010

Primer año.

Hace un año tuve la idea de crear un blog, de dónde surge la idea, de mi necesidad de escribir lo que pienso, y gracias a Pablo, no recuerdo si me dijo que leyera algo de su blog o tenía el link en su nick, el caso es que lo imité, y aquí estoy escribiendo a un año de haber iniciado esto.
Para serles honeto no creí que llegaría ha escribir tantas cosas, y haciendo un recuento, en parte me entristece no haber escrito más, sin embargo, una vez un profesor me dijo que el arte no se maquila diariamiente, como si de una fábrica se tratara.
Es graciosa la evolución creativa que he sufrido a lo largo de este año, iniciando con algo relacionado a los comics y terminando con algo más romántico por no decir cursi, pasando por recomendaciones de obras de teatro y hasta propuestas musicales.
Espero el próximo año las musas me acompañen y logre ordenar mis pensamientos de manera legible para compartirlo con ustedes, de lo contrario, es decir, si sigo sólo ya abandonado seguirán leyendo cosas como ¿De qué sirve?, que por cierto, agradezco los comentarios positivos con respecto a este último de parte de varios de ustedes y a su vez agradezco a todos aquellos que se han tomado unos minutos de su tiempo para leer lo que escribo.
Sin más por el momento les comunico que aquí seguiré, y espero sorprenderlos con nuevas escritos para el blog, (iba a poner nuevas entradas para el blog, pero no sabía si los albureaba a ustedes, o me albureaba sólo). En fin, espero sus proyectos también prosperen, y espero haya nuevo material pronto.