miércoles, 30 de noviembre de 2011

Recordando.

Juro que lo que estoy a punto de escribir existe de manera física, en papel, de mi puño y letra, siendo lo siguiente una transcripción para poder compartirlo con ustedes:


Se creería que en una noche sin luna y a la luz de la vela las palabras se escribirían solas ante tan inspirador escenario, sin embargo, a lo que me enfrento es a mi ineptitud para pasar el tiempo sin distracciones electrónicas. Si no lo han notado ya, el suministro de energía eléctrica, por razones que desconozco, no se encuentra disponible en estos momentos en la zona en la que humildemente vivo.

Para pasar el tiempo me dispongo a escribir, curiosamente los caracteres que nacen guiados por mi puño parecieran los intentos rústicos de un niño para escribir, y digo curiosamente pues las ganas de escribir surgieron de andar hurgando en revistas, libros y libretas viejas que encontré.

Llamarlos viejos es una afirmación un poco ambigua pues tendrán a lo más doce años, pero al hojearlos los detalles, los recuerdos, parecen tan distantes, hechos por alguien que apenas conozco o apenas puedo reconocer.

Un denominador común en ellos son los superhéroes, predominando Spider-man (escrito con guión pues Stan Lee quería diferenciarlo de Superman), el cual era mi favorito y en menor medida lo sigue siendo.

Extrañamente mi primer cómic (el cual era protagonizado por el trepamuros) me lo regalaron cuando iba en sexto de primaria. En ese momento no supe que eso definiría en gran medida mi identidad. Mi vida como coleccionado habitual inicio ya estando en la universidad, de hecho la aventura de ser ingeniero o morir en el intento y mi completa intromisión en el mundo del cómic empezaron a la par, con resultados favorables hasta el momento, pero quedando aún mucho por descubrir.

El hacer esta instrospección de como han camabiado las cosas desde que dibujé esos malos bocetos de mis personajes favoritos a estas fechas donde finjo ser escritor va completamente de la mano. El simple hecho de ya no esbozar trazos al haberme convencido de lo malo que soy es una muestra de dicho cambio. El limitarnos antes de intentar por miedo al ridículo, ridículo que muchas veces he hecho y que probablemente vuelva a hacer, ridídulo que es una forma de llamar al fracaso y que básicamente no tendría por qué importarnos, como en su momento no me importó.

El mundo ha cambiado, antes era más simple, el bueno vence al malo en un episodio de 30 minutos con todo y comerciales, dejando de lado personajes japoneses que podían alargar partidos de futbol de manera atemorizante. Ahora sé que el bien lucha con el mal y no necesariamente gana. que cuando te están asaltando no llegará Batman, golpeará al tipo y todo estará bien.

Darse cuenta de esto se puede llamar madurar, lo cual es un proceso natural y al que todos debemos enfrentarnos, lo cual no quiere decir que no sea una mierda. ¿Por qué al crecer debemos convertirnos en asesinos, asesinos de ilusiones, de sueños de metas?

Al observar esos garabatos sentí vergüenza de tanta idiotez plasmada, luego pasé a burlarme de mí mismo, y al final me di cuenta de que gran parte del tipo que creó tanta tontería sigue por aquí. Lo sé porque aún hay sueños guardados, carcajadas presas que buscan liberarse a la menor provocación, ilusiones que penden de un delgado hilo a punto de romperse.

Definitivamente no todo está perdido y tampoco todo ha cambiado. De entre las constantes que permanecen una es el cariño de mi familia, demostrado en las líneas ajenas a mi puño, realizadas por mi hermanita, muchas veces arrastrada a mi mundo fantasía. Otra evidencia es encontrar tanto papel sin que mi madre, el gendarme de la limpieza, los haya desechado.

La otra constante se ve reflejada en los pésimos, pero no por eso menos inspirados poemas. Dicha constante es el amor que he buscado y que no he encontrado, a pesar de los varios esfuerzos e intentos.

Hablar de mis aventuras y desventuras amorosas (principalmente desventuras) podría dar cabida a un escrito completamente nuevo, por lo que no me extenderé aquí, a groso modo puedo comentar que nunca creí acabar con el corazón roto y nunca creí romper un corazón, de lo segundo me arrepiento y jamás encontraré las palabras adecuadas para pedir perdón. De lo primero, diría que he aprendido, pero todas las lecciones acaban siendo olvidadas al visualizar una nueva luz en el horizonte, una luz llena de esperanza que espero algún día quiera iluminar mi camino.

En resumen, los cómics son geniales, si soy un infantil por eso agradezco a Dios por ello; la familia es importante, apréciala, trata de estar ahí para ellos así como ellos han estado ahí para tí, el amor apesta pero en contadas ocasiones nos da tregua demostrándonos lo maravilloso que es el mundo; por último, los medios electrónicos nos han vuelto unos completos inútiles y dependientes.

Como nota personal debo comprar paneles solares o un generador pues es bastante molesto que, como dice coloquialmente, "se vaya la luz".


Aquí acaba la transcripción, la cual en su determinado momento no fue tan literal por motivos de ortografía y redacción.