miércoles, 21 de enero de 2009

Más cerca, más lejos.

Los avances tecnológicos han dejado de ser instrumentos que facilitan tareas, para convertirse en elementos indispensables de nuestra vida diaria. Han revolucionado incluso nuestra manera de pensar.
Por ejemplo manteníamos la idea de Euclides de que la distancia más corta entre dos puntos es una línea recta, actualmente, la distancia más corta entre dos puntos es una llamada al celular o un correo electrónico.
La fiebre del celular es un fenómeno impresionante, la mayoría poseemos uno, pero pocos se limitan a usarlo sólo para hablar o enviar mensajes, mientras que los demás escuchan música, toman fotos, juegan, entre otras cosas. Supongo que los más frustrados son los suizos ya que los celulares contienen más funciones que sus mejores navajas.
Es curioso que pocos conozcan como funcionan e inclusive no muchos deben estar interesados. La comunicación mediante este dispositivo funciona gracias a dos elementos, una red de comunicaciones, formada por antenas repetidoras, llamadas células, y por la terminal, el dispositivo móvil.
Un detalle que me gustaría rescatar es la razón por la cual son llamados celulares en México y móviles en otros países como España. Esto se debe a la empresa que llegó primero a dar el servicio. En tierra azteca fue Iusacell, y en la península Movistar.
Desgraciadamente lejos de unir a las personas han logrado separarlas de manera sorprendente. Una vez viajando en el suburbano noté a tres personas hablando por sus respectivos teléfonos. Era impresionante como estaban rodeados de gente, sin embargo, estaban encerrados en su mundo, sin importarles los demás, evitando cordialidades, tal vez triviales, como un “buenos días” o un “con permiso”.
También la comunicación vía internet aísla a las personas, convirtiéndolas en náufragos dentro de un mar informático, pueden comunicarse a través de mensajes en botellas, pero el mensaje jamás va a transmitir los mismo que estando frente a frente, mirando a los ojos, sin escudarse tras un monitor.
Negar las ventajas de ambos sería hipócrita pues también los ocupo, pero me gustaría resaltar algunas desventajas que muchas veces pasan desapercibidas. El celular por ejemplo muchas veces atenta contra nuestra privacidad, no podemos escondernos de alguien porque tarde o temprano nos reclamará que no les contestemos la llamada o el mensaje.
Otro factor que cabe resaltar es la falta de humanidad en la comunicación. Por el celular podemos percibir tonos de voz persistiendo cierto calor humano en la charla, pero tanto los mensajes como los correos electrónicos son totalmente impersonales a pesar que los llenemos de los famosos emoticons, no transmiten emociones, sentimientos, al menos no con la misma intensidad.
El arte de conversar desaparece poco a poco ante la sencillez de escribir un mensaje, y lo peor, es que la mayoría de veces, estos están lleno de errores ortográficos justificando una rapidez al escribir.
Una vez más abusamos de la tecnología, es una pena que hayamos olvidado su verdadera intención (comunicar algo cuando las personas están lejos) sustituyéndoles por una forma de comunicación primaria.

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