martes, 27 de enero de 2009

¿Quién es el presente?

Los adultos con frecuencia hacen alusión a los jóvenes de que son el futuro de la sociedad, que deben tomar conciencia, dejar de jugar, madurar y preocuparse por lo que va a pasar pues son directamente responsables del porvenir de la humanidad.
Considero que son demasiadas tareas para un adolescente que acaba de iniciar su recorrido por el mundo, que es inexperto e inseguro, que sigue siendo dependiente de sus padres, que no sabe lo que quiere y si lo sabe no sabe como conseguirlo.
Desgraciadamente es parte de la naturaleza humana deslindarse de las responsabilidades, por lo general espera que alguien más le resuelva la vida, todos somos grandes maestros creando enormes problemas y pocos saben resolverlos.
Siempre es mas fácil culpar a los demás, si repruebo es por culpa del profesor, si choco en el auto es por culpa del otro conductor, y el típico “es culpa del maldito gobierno” o bien, atribuimos lo que nos pasa a causas externas, si me enfermo es por culpa del clima.
Nunca nos atrevemos a reconocer nuestras propias fallas, que no estudiamos lo suficiente, que no manejamos de forma segura, o que no utilizamos la ropa correcta para el clima. Intentamos cobijarnos con excusas, evadiendo la responsabilidad.
Volviendo a mi primera afirmación, donde los adultos les atribuyen a los jóvenes que son el futuro, es una clara muestra de esto. Los adultos se deslindan de la situación actual y solo nos avisan los problemas que nos están dejando, nos dan un inventario completa de los asuntos inconclusos, pero ni una sola idea de cómo darles solución.
No niego que los adolescentes debemos ir tomando conciencia y prepararnos para tomar en algún momento las riendas de la sociedad, sin embargo, los adultos quieren que sea inmediatamente, y no solo eso, siempre estarán ahí para reprocharnos si se descarrió el caballo. No sólo se olvidan de su responsabilidad, también son expertos en los reproches.
El adulto se escuda exponiendo que el es el pasado y que su trabajo ya esta hecho, que el ya va de salida, y algunos, en un caso extremos, exponen que ya les preocupa más el mundo de los muertos que el de los vivos.
Y si el adulto se considera el pasado, y a nosotros se nos considera el futuro surge la enorme incógnita ¿quién es el presente?, ¿quién se encarga de las riendas del caballo bronco que cabalgamos todos?
Unos por añejos y otros por novatos nos lanzamos esa papa caliente que es la realidad evitando cargar esa loza, o ponernos el traje (con capa y todo) de superhéroe para salvar el día.
Los adultos deben tomar en cuenta que también son responsables del presente, que parte de su labor es guiarnos para que sepamos enfrentar las adversidades, y a su vez darle solución a sus propios conflictos.
Si realmente desean un mundo mejor deben entender que ellos son los tabiques de abajo, que si ellos no están firmes toda la construcción será inservible e insegura.
Los jóvenes tiene que poner todo su empeño para aprender de la experiencia de sus predecesores, para evitar sus errores o imitar sus aciertos, pero a su vez, buscar su propio camino, incluso crear sus propios problemas, siempre y cuando les den una solución.
Debemos entrar a ese mar que es la sociedad, poco a poco, primero el agua nos llegará a los tobillos, y poco a poco iremos aprendiendo a nadar, para que cuando el agua nos llegue al cuello no nos ahoguemos.
Aquí resalto una relación muy interesante, los adultos enseñan y nosotros aprendemos. Esta relación es efímera debido a que en algunas ocasiones los alumnos se vuelven maestros.
Los adultos olvidan cosas importantes que a veces debemos recordarles, y muchas veces se muestran mas inmaduros que los jóvenes al no aceptar su error, y peor aun, menospreciando el mérito del otro.
Y es que otro factor de esta ecuación es la soberbia, la cual todos poseemos, algunos en mayor medida que otros. Los adultos creen imposible que los supere un joven, y el joven no valora el camino recorrido por el adulto.
Algunos adultos se niegan a reconocer el talento que existe en los jóvenes, por miedo a verse superados mientras que algunos jóvenes creen que la experiencia solo nubla la visión de sus mayores considerándola un lastre mas que una consejera.
Olvidamos que para que se dé una semilla debió existir un árbol, que los adultos nos ahorran pasos, los pasos que ellos han comprobado llevan a ninguna parte, mientras que los jóvenes descubren nuevos caminos, las virtudes de ambos se complementan.
La memoria de los viejos es la base de la sociedad actual. Si el adulto no le enseñaba a su cría a utilizar el fuego, este no hubiera aprendido a cocinar. Todo lleva un proceso, incluyendo la sociedad, la cual debe evolucionar conducida por los jóvenes, pero a partir de donde la dejaron los adultos.
Debemos aprender a respetarnos y valorarnos los unos a los otros, dejar de vernos como los adultos amargados y los jóvenes alocados, empezar a vernos como colegas que navegan en el mismo barco, en un océano lleno de tormentas para llegar a una nueva tierra.
Afortunadamente existe gente que ya ha comprendido esto, algunos por convicción propia, otros convencidos a causa del destino, como el niño que se ve obligado a trabajar, pero no pierde la ilusión de estudiar para superarse, como los adultos que a pesar de que reciben una pensión con la cual mantenerse, y deciden seguir trabajando para sentirse útiles.
Deberíamos avergonzarnos de su ejemplo, pues muchas veces estamos en condiciones más llevaderas y aun así no hacemos nada por mejorar e incluso llegamos a quejarnos.
Todos tenemos un lugar en la sociedad, como piezas de una máquina compleja, y hasta que no tomemos conciencia y cada uno funcione de la mejor manera posible no avanzaremos.

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